Mamita hermosa,
Son casi la 1:00am del jueves 13 de octubre del 2011…han pasado 100 días de tu partida y aún cada célula de mi ser se estremece al recordarte….aún una parte de mí se resiste a creer que ya no estás aquí…aún mi alma añora tu presencia…aún te siento tan cerca…y tan lejos…aún lloro por las noches como una niña búscandote en mis sueños…aún daría lo imposible porque estés aquí…y si pudiera traspasarte mi vida…lo haría, lo sabes bien mamá…sólo tú sabes cuanto te amo…cuanto aprendí a amarte…y todo lo que significas en mi vida…
Hoy un amigo mío me trajo un mensaje tuyo…ahora comprendo que realmente vives, que estás bien, que no quieres verme llorar con tanta intensidad…que buscas gritarme por todos los medios que me amas, que estarás siempre conmigo, que tu amor no terminará nunca…que siempre podré decir “mamá” y tendré la certeza que estarás conmigo hasta que mi misión en la tierra termine y pueda entonces pasar también al umbral de una nueva vida donde volveré a verte a ti, a los que partieron, a los que sigo amando desde la tierra….
Mamita mía…me enseñaste toda la vida a ser fuerte, a no rendirme nunca ante las adversidades, a tener una fe inquebrantable, y aún con el corazón bombardeado y partido en millones de pedazos por tu partida quiero decirte que TE AMO, te amo como nunca pensé que se podría amar…te amo y mi amor es tan grande que te deja ir….quiero que llegues a los brazos de Dios tranquila…te prometo que daré cada día lo mejor de mí y que estas lágrimas que brotan de mi ser cesarán, porque sé que estás bien, feliz, completa, radiante, luminosa, y porque realmente nunca me has dejado…sino que sigues regalándome tu amor como siempre…
Quiero que estas primeras líneas que vuelvo a escribir luego de varios meses sean en honor a ti, a tu sabiduría, a tus enseñanzas, a tu ejemplo de vida, a lo que fuiste y seguirás siendo…a ti hermosa madre mía, inspiradora de mi vida, de cada paso, de cada logro, de cada sueño cumplido de todo lo que soy y seré…quiero volver a escribir por ti, porque así lo habrías querido, que sigamos adelante, que honremos tu ser viviendo plenamente cada día, siendo felices; sé que así tú nos querrías ver…sonriendo, dando todo lo que tenemos, sin guardarnos nada…porque aprendí de ti que sólo tenemos aquello que somos capaces de dar….y cuanto nos diste madre mía…y cuan rica fuiste…cuanto nos entregaste….que mi vida no alcanza para devolverte todo lo que hiciste por mí, por papá, por mis hermanas, tus padres, los padres de mi padre, mis tíos, primos, sobrinos, vecinos, ahijados y toda la gente que tuvo la dicha de compartir instante contigo y escuchar tus sabios consejos que venían desde tu amor….
Mamita, tu partida me deja un profundo dolor…sé que nunca he de olvidarte, que mi amor por ti trascenderá los años, los mundos, los espacios y las vidas…sin embargo también sé que me devolviste nuevamente la vida….me diste ese nuevo regalo…el tener la plena consciencia de que nuestra existencia en la tierra es efímera, tan cortita, tan breve, que tenemos que aprovechar cada día para ser felices y hacer todo el bien que podamos …gracias por enseñarme a no tener más miedo….a tener el coraje de vivir cada día en plenitud, intensamente, completamente…como si fuera realmente el único y último día de mi vida…por lo tanto, no dejando nada conmigo, sino entregando los dones que Dios ha puesto en mí para el servicio del mundo…y así prometo serlo mamá…ser un instrumento y la voz para contribuir a forjar un mundo más unido, más respetuoso, más integrado, donde podamos vivir en comunión y amor, respetándonos y honrando lo que somos y lo que nos rodea…siendo una bendición para esta existencia…cada segundo, cada minuto,….a toda hora….
Pasaría seguramente días y días enteros escribiendo de ti las infinitas líneas que hoy fluyen libremente en mis manos…y hoy solo quiero empezar este nuevo ciclo de escrituras contigo.. porque mi vida estuvo también dedicada a ti, porque todo lo bueno que aprendí, lo aprendí de ti…porque fuiste el ejemplo vivo más grande y sublime que Dios pudo darme…
Desde aquel espacio de cielo que te alberga, hasta ahí, va mi mirada, mi corazón, mi amor, mis besos, mis abrazos, mis te amo infinitos…mamá..por ti, por ti he dejado el miedo, gracias a ti hoy abro mi corazón y grito al cielo “Puedo, Creo…lo vamos a hacer” y desde ahí pido tu bendición para lo que venga…Y ya no tengo miedo…no mamá…tu coraje y valentía están tatuados en mí…hoy sé que donde hay amor no hay temor….y mi amor es grande, porque es el mío y el tuyo…entonces no conoce de temores y se atreve, se arriesga, va en la búsqueda de su misión en el mundo y la lleva adelante con todo su corazón….
Y ahora sabes bien, tú eres la artífice principal de lo que fue, es y será…y de todos esos milagros y sucesos maravillosos que están por comenzar….
Te amo infinitamente, decididamente, eternamente, completamente…
Siempre,
Tu hija menor, tu dulce bebé, tu guagua, tu reyna…todo lo que siempre fui para ti,
A ti, reyna de mi vida, mi mamita hermosa, mi luz, mi fuerza, mi inspiración eterna, todo mi amor….
Un espacio dedicado al desarrollo del ser, al descubrimiento de nuevas formas de ver el mundo...
miércoles, 12 de octubre de 2011
jueves, 8 de septiembre de 2011
Sobre el AMOR...
Entonces dijo Almitra: Háblanos del Amor,
Y él alzó la cabeza y miró a la multitud, y un silenció cayó sobre todos, y con fuerte voz
dijo él:
Cuando el amor os llame, seguidle,
aunque sus caminos sean duros y escarpados.
Y cuando sus alas os envuelvan, ceded a él,
aunque la espada oculta en su plumaje pueda heridos.
Y cuando os hable, creed en él,
aunque su voz pueda desbaratar vuestros sueños como
el viento del norte asola vuestros jardines.
Porque así como el amor os corona, debe crucificaros.
Así como os agranda, también os poda.
Así como se eleva hasta vuestras copas y acaricia
vuestras más frágiles ramas que tiemblan al sol, también
penetrará hasta vuestras raíces y las sacudirá de su arraigo a la tierra.
Como gavillas de trigo, se os lleva.
Os apalea para desnudaros.
Os trilla para libraros de vuestra paja.
Os muele hasta dejaros blancos.
Os amasa hasta que seáis ágiles,
y luego os entrega a su fuego sagrado, y os transforma
en pan sagrado para el festín de Dios.
Todas estas cosas hará el amor por vosotros para que
podáis conocer los secretos de vuestro corazón, y con
este conocimiento os convirtáis en un fragmento del corazón de la Vida.
Pero si en vuestro temor sólo buscáis la paz del amor
y el placer del amor,
Entonces más vale que cubráis vuestra desnudez y
salgáis de la la era del amor,
Para que entréis en el mundo sin estaciones, donde
reiréis, pero no todas vuestras risas, y lloraréis, pero no
todas vuestras lágrimas.
El amor sólo da de sí y nada recibe sino de sí mismo.
El amor no posee, y no quiere ser poseído.
Porque al amor le basta con el amor.
Cuando améis no debéis decir "Dios está en mi corazón",
sino más bien "estoy en el corazón de Dios".
Y no penséis que podéis dirigir el curso del amor,
porque el amor, si os halla dignos, dirigirá él vuestros
corazones.
El amor no tiene más deseo que el de alcanzar su
plenitud.
Pero si amáis y habéis de tener deseos, que sean estos:
De diluiros en el amor y ser como un arroyo que
canta su melodía a la noche.
De conocer el dolor de sentir demasiada ternura.
De ser herido por la comprensión que se tiene del amor.
De sangrar de buena gana y alegremente.
De despertarse al alba con un corazón alado y dar
gracias por otra jornada de amor;
De descansar al mediodía y meditar sobre el éxtasis
del amor;
De volver a casa al crepúsculo con gratitud,
Y luego dormirse con una plegaria en el corazón para
el bien amado, y con un canto de alabanza en los labios
martes, 10 de mayo de 2011
CONTIGO...SIN TI...
Algunos dicen que es locura...
que siga amando así,
que te fuiste un día hace tiempo...
que no volviste a aparecer ante mis ojos...
que tu ser voló un día lejos de mí...
Mi mente me dice que olvide tu mirada...
que el suave calor de tus manos,
que tus ojos, tu sonrisa, tus abrazos,
tus palabras...ya están tan lejos de aquí...
Y me pregunto día a día...
como es el olvido?
podrá alguna vez mi mano dejar de sentir las tuyas?
podrá mi mirada perderse en el infinito de unos ojos?
podrá mi corazón latir con tanta intensidad y fuerza alguna vez?
no lo sé...no lo sé...
Sólo sé que aún vives en mí,
que desde el día en que te escuché por vez primera,
tengo el sonido de tu voz en cada célula...
tengo tus canciones rondando mi ventana y mis oídos,
todavía, todavía lates en mí...
Y aunque todo parece adverso...
aunque todo nuble el horizonte...
aunque las mil voces de mi mente
me digan que no existe más...
mi corazón me grita cada día...
Ahí estás...este amor no se termina,
este amor vivirá...
Entre esas voces que no entiendo...
busco mi paz,
mi luz,
busco en medio de la memoria
aquellos espacios donde fui tan, tan feliz...
y desde miles de kilómetros de distancia,
a un millón de pasos de ti,
mi corazón mira la luna y las estrellas
y ahí, lejos de todo, estás tú,
está tu voz,
tu presencia indisoluble,
tu ser que respiro...
y aunque trate de olvidarte,
aunque obligue a mi corazón volverse a enamorar
el cielo, la laguna, las estrellas,
la nieve, las montañas y los apus
te traen a mí...
tan cerquita,
tan presente
que puedo sentir tu sonrisa
que puedo perderme de nuevo en tus ojos miel
si es locura no lo sé...
si es amor...tampoco lo sé...
solo sé...que todo esto
me ha llenado la vida...
y aunque aun no entienda nada
una voz vibra dentro de mí
y me dice...es él...es él
y dejo entonces en el cielo
una oración...
que si es, sea así...sea así...
que siga amando así,
que te fuiste un día hace tiempo...
que no volviste a aparecer ante mis ojos...
que tu ser voló un día lejos de mí...
Mi mente me dice que olvide tu mirada...
que el suave calor de tus manos,
que tus ojos, tu sonrisa, tus abrazos,
tus palabras...ya están tan lejos de aquí...
Y me pregunto día a día...
como es el olvido?
podrá alguna vez mi mano dejar de sentir las tuyas?
podrá mi mirada perderse en el infinito de unos ojos?
podrá mi corazón latir con tanta intensidad y fuerza alguna vez?
no lo sé...no lo sé...
Sólo sé que aún vives en mí,
que desde el día en que te escuché por vez primera,
tengo el sonido de tu voz en cada célula...
tengo tus canciones rondando mi ventana y mis oídos,
todavía, todavía lates en mí...
Y aunque todo parece adverso...
aunque todo nuble el horizonte...
aunque las mil voces de mi mente
me digan que no existe más...
mi corazón me grita cada día...
Ahí estás...este amor no se termina,
este amor vivirá...
Entre esas voces que no entiendo...
busco mi paz,
mi luz,
busco en medio de la memoria
aquellos espacios donde fui tan, tan feliz...
y desde miles de kilómetros de distancia,
a un millón de pasos de ti,
mi corazón mira la luna y las estrellas
y ahí, lejos de todo, estás tú,
está tu voz,
tu presencia indisoluble,
tu ser que respiro...
y aunque trate de olvidarte,
aunque obligue a mi corazón volverse a enamorar
el cielo, la laguna, las estrellas,
la nieve, las montañas y los apus
te traen a mí...
tan cerquita,
tan presente
que puedo sentir tu sonrisa
que puedo perderme de nuevo en tus ojos miel
si es locura no lo sé...
si es amor...tampoco lo sé...
solo sé...que todo esto
me ha llenado la vida...
y aunque aun no entienda nada
una voz vibra dentro de mí
y me dice...es él...es él
y dejo entonces en el cielo
una oración...
que si es, sea así...sea así...
viernes, 11 de febrero de 2011
Lo que dicen de mí...Lo que creo de mí...
“Soy como soy…puede que algunos disfruten mi presencia y otros no, y a ambos los respeto…El ser quien soy, de forma auténtica, tiene un valor inmenso para mi propia dignidad que está por sobre todo lo demás…”
El ser humano vive en sociedad, día a día se relaciona con los demás en los diferentes ámbitos de su vida, su primer núcleo es, evidentemente, su familia: sus padres, hermanos y parientes quienes determinarán en gran medida la personalidad que esta persona generará en el futuro.
Muchas veces los juicios que se emiten sobre nuestra conducta de pequeños pueden mellar o elevar en gran sentido nuestra propia personalidad. De niños buscamos agradar a nuestros padres, al maestro, a nuestros amigos; buscamos reconocimiento, aceptación, seguridad y muchas veces comprometemos lo que más nos gusta por complacer a quienes están a nuestro alrededor.
Conozco muchos casos de personas que inclusive eligen la carrera profesional para satisfacer los deseos de sus padres, o ceden ante presiones de amigos para realizar acciones que quizás ellos no ejecutarían sino necesitaran ese sentido de aceptación y pertenencia que es propio del ser humano. He conocido personas también que se lanzaron a acciones extremas sólo para demostrar ante los demás, cuanto valían, y que han pasado su vida haciendo cosas para demostrar lo que valen.
Es probable que una persona cuya personalidad y seguridad no haya sido cimentada desde temprano, de adulta busque y necesite sentirse reconocido por su entorno. Validará su propio ser en cuanto los demás lo acepten, lo quieran y lo aprueben; de lo contrario su imagen se verá mellada, su dignidad afectada y buscará por otros medios ese reconocimiento que necesita….aún a costa de lo que le guste o quiera para él mismo.
Cuando no reconocemos nuestro propio valor, desde el plano interno, se apunta siempre hacia afuera, hacia el deseo de que nos digan cosas bonitas, nos halaguen, nos reconozcan, y si esto no es así, habrá un profundo descontento, un vacío; será como aquella bolsa rota, donde por más monedas que se echen, nunca será suficiente…algo faltará.
También existe el otro lado…cuando no hay un reconocimiento, cuando se cree no merecerlo, cuando callas tus propios logros, cuando escondes tus sueños, cuando decidiste compararte y creíste en los juicios negativos que hicieron los demás sobre ti…En este caso optaste por creer que no había valor alguno en tu ser y creíste “no merecer” muchas de las cosas que están disponibles en el mundo.
Si nadie te mostró lo especial que eras, si nunca te conectaste con aquello que te hace único y especial en el mundo, es probable que tu vida no tenga sentido de trascendencia y exista esa falta de orgullo hacia ti mismo, por lo tanto, tus aspiraciones podrán verse melladas y sentirás que nada de lo que tú das es suficiente para los demás. Y puede pasar que por más que te digan lo valioso que eres, tú no lo creas y vivas en una profunda insatisfacción por creer que no ERES lo suficientemente bueno como desearías.
¿En qué sitio te ubicas tú?, ¿Cuán importante es para ti la opinión de los demás?, ¿Cuánto poder le otorgas a lo que los demás puedan decir de ti?, ¿Qué costos ha tenido para ti el buscar siempre el reconocimiento, el buscar caerle bien a todo el mundo y complacer aún a costa de tu propia voluntad?, ¿cómo sentiste tu dignidad en ese momento?
Y en caso de que nunca te hayas sentido reconocido….¿qué juicios hace de ti?, ¿Dónde los aprendiste?, ¿Quién te dijo que no merecías que te sucedieran cosas buenas y alcanzaras los sueños que tienes?, ¿te has conectado alguna vez con aquellas cosas que te hacen único, especial?....¿qué sueños te gustaría alcanzar?, ¿qué te impide hacerlo?
Reconocer nuestro ser, desde una visión interna es un paso poderoso para actuar en la vida. Si nuestro ser se basa sólo en opiniones externas o la aprobación de los que están afuera, tu poder estará siempre sujeto a algo que no podrás controlar y que por ende puede otorgarte sufrimiento y frustración en muchos ámbitos en los que te desenvuelves.
Si por el contrario, no te reconoces, no valoras tu propio ser, tus acciones estarán sujetas a ese concepto que tengas de ti mismo. Cuando no crees merecer algo grande, es probable que no hagas nada para lograrlo tampoco.
Te invito a revisar que concepto vive en ti, y te conectes con tu esencia más pura, que es tu propio valor, tu propia grandeza, que no necesita ser evaluada o medida, que aflora de ti mismo, que nace de tu propio ser. Como alguna vez me dijera alguien: “No se trata de buscar el amor o de que te amen, sino de SER amor…” Se trata de convertirnos, en aquello que queremos alcanzar y darlo generosamente al mundo porque eso grandioso vive DENTRO de cada uno de nosotros…
El ser humano vive en sociedad, día a día se relaciona con los demás en los diferentes ámbitos de su vida, su primer núcleo es, evidentemente, su familia: sus padres, hermanos y parientes quienes determinarán en gran medida la personalidad que esta persona generará en el futuro.
Muchas veces los juicios que se emiten sobre nuestra conducta de pequeños pueden mellar o elevar en gran sentido nuestra propia personalidad. De niños buscamos agradar a nuestros padres, al maestro, a nuestros amigos; buscamos reconocimiento, aceptación, seguridad y muchas veces comprometemos lo que más nos gusta por complacer a quienes están a nuestro alrededor.
Conozco muchos casos de personas que inclusive eligen la carrera profesional para satisfacer los deseos de sus padres, o ceden ante presiones de amigos para realizar acciones que quizás ellos no ejecutarían sino necesitaran ese sentido de aceptación y pertenencia que es propio del ser humano. He conocido personas también que se lanzaron a acciones extremas sólo para demostrar ante los demás, cuanto valían, y que han pasado su vida haciendo cosas para demostrar lo que valen.
Es probable que una persona cuya personalidad y seguridad no haya sido cimentada desde temprano, de adulta busque y necesite sentirse reconocido por su entorno. Validará su propio ser en cuanto los demás lo acepten, lo quieran y lo aprueben; de lo contrario su imagen se verá mellada, su dignidad afectada y buscará por otros medios ese reconocimiento que necesita….aún a costa de lo que le guste o quiera para él mismo.
Cuando no reconocemos nuestro propio valor, desde el plano interno, se apunta siempre hacia afuera, hacia el deseo de que nos digan cosas bonitas, nos halaguen, nos reconozcan, y si esto no es así, habrá un profundo descontento, un vacío; será como aquella bolsa rota, donde por más monedas que se echen, nunca será suficiente…algo faltará.
También existe el otro lado…cuando no hay un reconocimiento, cuando se cree no merecerlo, cuando callas tus propios logros, cuando escondes tus sueños, cuando decidiste compararte y creíste en los juicios negativos que hicieron los demás sobre ti…En este caso optaste por creer que no había valor alguno en tu ser y creíste “no merecer” muchas de las cosas que están disponibles en el mundo.
Si nadie te mostró lo especial que eras, si nunca te conectaste con aquello que te hace único y especial en el mundo, es probable que tu vida no tenga sentido de trascendencia y exista esa falta de orgullo hacia ti mismo, por lo tanto, tus aspiraciones podrán verse melladas y sentirás que nada de lo que tú das es suficiente para los demás. Y puede pasar que por más que te digan lo valioso que eres, tú no lo creas y vivas en una profunda insatisfacción por creer que no ERES lo suficientemente bueno como desearías.
¿En qué sitio te ubicas tú?, ¿Cuán importante es para ti la opinión de los demás?, ¿Cuánto poder le otorgas a lo que los demás puedan decir de ti?, ¿Qué costos ha tenido para ti el buscar siempre el reconocimiento, el buscar caerle bien a todo el mundo y complacer aún a costa de tu propia voluntad?, ¿cómo sentiste tu dignidad en ese momento?
Y en caso de que nunca te hayas sentido reconocido….¿qué juicios hace de ti?, ¿Dónde los aprendiste?, ¿Quién te dijo que no merecías que te sucedieran cosas buenas y alcanzaras los sueños que tienes?, ¿te has conectado alguna vez con aquellas cosas que te hacen único, especial?....¿qué sueños te gustaría alcanzar?, ¿qué te impide hacerlo?
Reconocer nuestro ser, desde una visión interna es un paso poderoso para actuar en la vida. Si nuestro ser se basa sólo en opiniones externas o la aprobación de los que están afuera, tu poder estará siempre sujeto a algo que no podrás controlar y que por ende puede otorgarte sufrimiento y frustración en muchos ámbitos en los que te desenvuelves.
Si por el contrario, no te reconoces, no valoras tu propio ser, tus acciones estarán sujetas a ese concepto que tengas de ti mismo. Cuando no crees merecer algo grande, es probable que no hagas nada para lograrlo tampoco.
Te invito a revisar que concepto vive en ti, y te conectes con tu esencia más pura, que es tu propio valor, tu propia grandeza, que no necesita ser evaluada o medida, que aflora de ti mismo, que nace de tu propio ser. Como alguna vez me dijera alguien: “No se trata de buscar el amor o de que te amen, sino de SER amor…” Se trata de convertirnos, en aquello que queremos alcanzar y darlo generosamente al mundo porque eso grandioso vive DENTRO de cada uno de nosotros…
La seguridad de la ternura
“Hoy quiero que me abraces fuertemente, quiero sentirme seguro en tus brazos, quiero saber que pertenezco a este lugar, que fui creado por amor… que mi llegada a este mundo es especial; quiero aprender que a pesar de mis errores sabrás amarme y que puedo confiar en ti cada segundo de mi vida…”
De un niño a su padre.
Esta semana, he vuelto a conectarme con la magia de la vida. Mientras venía de regreso a Tacna pude ver cerca de mí a una mujer con unos 4 o 5 meses de embarazo y me detuve a pensar en el milagro que se gesta al interior de su ser. Pensaba en que cada uno de nosotros estuvo alguna vez acogido dentro de un vientre, creciendo, día a día, seguros y plenos al interior de nuestra madre.
En ese lugar no sentíamos miedo, en nosotros solo anidaba la seguridad y la confianza absoluta en los seres que nos concibieron, y es desde ahí donde empezamos a forjar en nuestra vida la pertenencia, el amor propio, el reconocimiento, el sentirnos valiosos para los demás.
Una vez Julio Olalla, refiriéndose a la ternura describía: “Un niño privado de ternura es un niño privado del hogar universal, privado de la seguridad vital. Ese niño, si no la aprende más tarde en la vida, corre el riesgo de vivir en el desapego y en la ausencia de un lugar compartido. Sin conocerla, su cuerpo no reconocerá el abrazo que funde, su piel, no identificará el calor de la acogida y sus besos naufragarán en aguas ceremoniales. La soledad lo rondará incluso en presencia de otros y le dirá que no merece ser amado”.
Cuando leía estas frases pensaba en cuantas veces censuramos el expresar nuestros afectos con nuestros hijos. Cuantas veces negamos un abrazo, una palabra cálida, pensando que eso hará más débil a los niños y que se necesita rigor, castigo, fuerza y disciplina para formar hombres de bien. Y olvidamos que ante todo un ser humano necesita sentirse parte de algo, necesita la pertenencia, el amor, la acogida, el reconocimiento, pues más adelante serán también esas las herramientas que le permitan consolidar sus relaciones con los demás.
Cuantos de nosotros alguna vez fuimos criados bajo la premisa de que el rigor y el castigo eran las mejores maneras de imprimir la educación. Y sin buscar culpables, miremos también como fueron criados nuestros padres, abuelos, bisabuelos, y entonces quizás comprendamos que esta cadena de frialdad, castigo y represión fue heredada y aún permanece en muchos casos en nosotros.
El jueves, cuando tuve la dicha de volver a pisar mi hermosa tierra, me entrevisté con más de medio centenar de universitarios postulantes a una beca de formación profesional en la universidad. Tengo sus rostros y voces grabados en mi memoria, los veía llenos de esperanza, con ganas de aprender y también veía algo en casi la mayoría de ellos, el miedo a hablar, a expresar sus ideas ante los demás, el temor al rechazo, en muchos de sus casos me pidieron apoyarlos en tener el liderazgo y mejorar su comunicación con los demás.
Y siento que esto tiene mucho que ver, con la ternura que nos profesan en el hogar. Ese día se me quedaron preguntas en el aire ¿Cuánto tiempo pasas con tus padres?, ¿Te sientes amado por ellos?, ¿Ellos te dan espacio para escucharte, para conversar contigo?, ¿Cuánto tiempo dedican a aprender algo juntos?, ¿Qué manifestación de cariño y afecto recibes?, ¿Has sido golpeado, castigado o reprimido alguna vez cuando intentaste decir algo?, ¿Te has sentido alguna vez rechazado?, ¿Qué cosas te dan miedo?
Presiento que mucha de la inseguridad que podamos estar gestando hoy a todo nivel, tenga una relación directa con lo que hay en el hogar y ese nivel de afecto que tenemos en casa.
Tú que eres padre o madre, ¿Cuántas veces te has detenido a escuchar a tus hijos? ¿Sabes lo que sienten, que sueños tienen, que los apasiona en la vida?, ¿Le has preguntado alguna vez si quisieran pasar más tiempo contigo, si confían en ti?. Te pido que tomes tiempo para meditar estas preguntas y ver si no estás repitiendo el mismo patrón que utilizaron algunas vez contigo con tus propios hijos.
Este artículo está dirigido a todos aquellos padres, futuros padres y tutores que tienen en sus manos la vida de un ser. Si aún son pequeños ¿Qué pasaría si empezaras a darles un poco más de espacio para estar con ellos, mostrarles la belleza de la tierra y saber que fueron amados y esperados?, ¿Y si te permitieras reconocerlos, admirarlos, brindarles tu tiempo, tu atención? Y si ambos se dedicaran unos minutos para contemplar también la ternura del mundo, la brisa del viento, la suavidad de una hojas, los colores de una flor… ¿Cómo serían las cosas?
Y si sus hijos ya crecieron ¿Te animarías a pasar un tiempo más con ellos desde tu cariño, escucharles y hablarles, ganarte su confianza? ¿Qué sucedería si te dedicaras a escuchar las cosas que tienen que decirte, sin censurarlo?, ¿Cómo te sentirías si lo abrazas y escuchas atentamente lo que su corazón guarda en su silencio?
Ganemos ese espacio, rompamos las cadenas históricas y culturales que puedan haber provocado generaciones anteriores con el miedo y represión. Esto no quiere decir que se tenga que tratar con “mano blanda” o “ligereza” las cosas. Sino que a pesar de las normas y reglas que puedas imponer, tus hijos, los niños y jóvenes, sepan que los quieres y los amas a pesar de todo. Ese es el desafío al que yo te invito de ahora en adelante. Los quiero mucho !!! Gracias por inspirar cada una de estas palabras.
De un niño a su padre.
Esta semana, he vuelto a conectarme con la magia de la vida. Mientras venía de regreso a Tacna pude ver cerca de mí a una mujer con unos 4 o 5 meses de embarazo y me detuve a pensar en el milagro que se gesta al interior de su ser. Pensaba en que cada uno de nosotros estuvo alguna vez acogido dentro de un vientre, creciendo, día a día, seguros y plenos al interior de nuestra madre.
En ese lugar no sentíamos miedo, en nosotros solo anidaba la seguridad y la confianza absoluta en los seres que nos concibieron, y es desde ahí donde empezamos a forjar en nuestra vida la pertenencia, el amor propio, el reconocimiento, el sentirnos valiosos para los demás.
Una vez Julio Olalla, refiriéndose a la ternura describía: “Un niño privado de ternura es un niño privado del hogar universal, privado de la seguridad vital. Ese niño, si no la aprende más tarde en la vida, corre el riesgo de vivir en el desapego y en la ausencia de un lugar compartido. Sin conocerla, su cuerpo no reconocerá el abrazo que funde, su piel, no identificará el calor de la acogida y sus besos naufragarán en aguas ceremoniales. La soledad lo rondará incluso en presencia de otros y le dirá que no merece ser amado”.
Cuando leía estas frases pensaba en cuantas veces censuramos el expresar nuestros afectos con nuestros hijos. Cuantas veces negamos un abrazo, una palabra cálida, pensando que eso hará más débil a los niños y que se necesita rigor, castigo, fuerza y disciplina para formar hombres de bien. Y olvidamos que ante todo un ser humano necesita sentirse parte de algo, necesita la pertenencia, el amor, la acogida, el reconocimiento, pues más adelante serán también esas las herramientas que le permitan consolidar sus relaciones con los demás.
Cuantos de nosotros alguna vez fuimos criados bajo la premisa de que el rigor y el castigo eran las mejores maneras de imprimir la educación. Y sin buscar culpables, miremos también como fueron criados nuestros padres, abuelos, bisabuelos, y entonces quizás comprendamos que esta cadena de frialdad, castigo y represión fue heredada y aún permanece en muchos casos en nosotros.
El jueves, cuando tuve la dicha de volver a pisar mi hermosa tierra, me entrevisté con más de medio centenar de universitarios postulantes a una beca de formación profesional en la universidad. Tengo sus rostros y voces grabados en mi memoria, los veía llenos de esperanza, con ganas de aprender y también veía algo en casi la mayoría de ellos, el miedo a hablar, a expresar sus ideas ante los demás, el temor al rechazo, en muchos de sus casos me pidieron apoyarlos en tener el liderazgo y mejorar su comunicación con los demás.
Y siento que esto tiene mucho que ver, con la ternura que nos profesan en el hogar. Ese día se me quedaron preguntas en el aire ¿Cuánto tiempo pasas con tus padres?, ¿Te sientes amado por ellos?, ¿Ellos te dan espacio para escucharte, para conversar contigo?, ¿Cuánto tiempo dedican a aprender algo juntos?, ¿Qué manifestación de cariño y afecto recibes?, ¿Has sido golpeado, castigado o reprimido alguna vez cuando intentaste decir algo?, ¿Te has sentido alguna vez rechazado?, ¿Qué cosas te dan miedo?
Presiento que mucha de la inseguridad que podamos estar gestando hoy a todo nivel, tenga una relación directa con lo que hay en el hogar y ese nivel de afecto que tenemos en casa.
Tú que eres padre o madre, ¿Cuántas veces te has detenido a escuchar a tus hijos? ¿Sabes lo que sienten, que sueños tienen, que los apasiona en la vida?, ¿Le has preguntado alguna vez si quisieran pasar más tiempo contigo, si confían en ti?. Te pido que tomes tiempo para meditar estas preguntas y ver si no estás repitiendo el mismo patrón que utilizaron algunas vez contigo con tus propios hijos.
Este artículo está dirigido a todos aquellos padres, futuros padres y tutores que tienen en sus manos la vida de un ser. Si aún son pequeños ¿Qué pasaría si empezaras a darles un poco más de espacio para estar con ellos, mostrarles la belleza de la tierra y saber que fueron amados y esperados?, ¿Y si te permitieras reconocerlos, admirarlos, brindarles tu tiempo, tu atención? Y si ambos se dedicaran unos minutos para contemplar también la ternura del mundo, la brisa del viento, la suavidad de una hojas, los colores de una flor… ¿Cómo serían las cosas?
Y si sus hijos ya crecieron ¿Te animarías a pasar un tiempo más con ellos desde tu cariño, escucharles y hablarles, ganarte su confianza? ¿Qué sucedería si te dedicaras a escuchar las cosas que tienen que decirte, sin censurarlo?, ¿Cómo te sentirías si lo abrazas y escuchas atentamente lo que su corazón guarda en su silencio?
Ganemos ese espacio, rompamos las cadenas históricas y culturales que puedan haber provocado generaciones anteriores con el miedo y represión. Esto no quiere decir que se tenga que tratar con “mano blanda” o “ligereza” las cosas. Sino que a pesar de las normas y reglas que puedas imponer, tus hijos, los niños y jóvenes, sepan que los quieres y los amas a pesar de todo. Ese es el desafío al que yo te invito de ahora en adelante. Los quiero mucho !!! Gracias por inspirar cada una de estas palabras.
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