miércoles, 15 de julio de 2009

INICIANDO EL CAMINO


Cuentan que una vez un hombre llamado Kalub se la pasaba reclamando todo el tiempo por lo injusta que había sido la vida con él. No se sentía guapo, su casa no era tan grande como lo hubiera deseado, la chica que él quería no le hacía caso, vivía en un barrio que no le gustaba, la ciudad le parecía muy pequeña y por si fuera poco, sentía que su vida realmente no tenía sentido ya que se pasaba todo el año trabajando con un sueldo que apenas le alcanzaba para subsistir.
Todos sus días eran iguales y sus quejas nunca terminaban. Se quejaba de su vida, de su país, de su sociedad, de sus amigos, de todo. Nada le parecía bien y su apatía por la vida era tal que se refugió en el licor y las salidas diarias con los amigos; creía que ya nada podía cambiar.
Cansado de una vida así, un día despertó y decidió buscar ayuda. En el fondo de su corazón sabía que esa no era la vida que él quería. Él, a pesar de todo, sentía que había algo por lo que valía la pena vivir. Había conocido gente feliz y anhelaba saber que era lo que ocasionaba esa felicidad que él tanto deseaba para su vida.
Aún con el corazón y el alma desconfiados de que algo pudiera cambiar, una noche, en la soledad de su habitación soñó con una voz que le decía: “Si tú no cambias, nada a tu alrededor cambiará. No se trata de cambiar las cosas, la clave está en que las veas con nuevos ojos, sólo ahí encontrarás lo que tanto has buscado”.
¿Cambiar yo? ¿Mirar las cosas con nuevos ojos? Que rayos quería decirme esa voz que retumbaba en su cabeza una y otra vez. Kalub empezó a reflexionar sobre lo que había escuchado aquella noche. Cambiar, pero ¿cómo? ¿qué cosas cambiar? ¿para qué?. Miles de preguntas empezaron a rondar por su cabeza y, en vez de ayudarlo, sintió que esa voz terminaría por hundirlo aún más.
Kalub retornó a sus labores diarias intentado olvidar lo que escuchó en sus sueños y una mañana encontró bajo su escritorio una bola de papel. Él se enojó mucho porque pensó que el trabajador de limpieza no cumplía bien con su labor, le dio cólera que todo funcionara tan mal.
Justo antes de tirar la bola de papel al tacho descubrió unas letras extrañas y decidió abrir la hoja. Ésta decía: “Todo es cuestión de actitud. Tú decides como vivir tu vida cada día. Decides levantarte de buen humor o de mal humor. Decides renegar por todos tus errores o decides aprender de ellos. Eliges quejarte por lo que tienes o eliges agradecer las cosas que tienes. La vida es una elección, tú eliges como vivirla, ¿Qué elegirás hoy?”
Kalub no podía creerlo. ¿Actitud? ¿Qué era eso? ¿Acaso era todo esto un complot para hacer que reaccione de alguna manera? ¿Era cierto qué él era capaz de decidir como vivía su vida? ¿Había estado ciego durante toda su existencia? ¿Es que acaso él había ELEGIDO ser infeliz durante toda su vida? Nuevamente las reflexiones lo condujeron a un estado de inquietud que no lo dejaría fácilmente.
Al día siguiente, mientras manejaba su auto rumbo a casa se puso a pensar en aquellas dos frases que había escuchado y leído los días anteriores y supo entonces que su vida no volvería a ser la misma. El poder de aquellas palabras lo habían hecho despertar de un largo letargo en su vida, llena de quejas, tristezas, frustraciones y rencores. Había descubierto algo nuevo y estaba dispuesto a llegar al fondo de todo. No descansaría hasta descubrir su felicidad, aquella que tanto había anhelado.
Llegó a casa y oró incesantemente, a pesar de no haber creído en Dios nunca antes. Rezó y dijo: “Ayúdame a encontrar lo que tanto he buscado. Ya no quiero más esta vida llena de tristezas, frustraciones y rencores. Deseo encontrar la felicidad, deseo cambiar. Esta es mi elección”
Una voz en su corazón le respondió: “Kalub, estoy feliz de escucharte. Bienvenido a tu nuevo camino”.
¡¡¡¿Quién eres?¡¡¡ Preguntó Kalub, algo asustado. Nunca antes le habían hablado de esa manera.
- Te habla tu propio yo. Aquel que no has escuchado nunca por la rapidez de tus días, por las quejas sembradas, por tu descontento de cada día. Ahora que has decidido verme, descubrirás la grandeza que hay en ti, descubrirás un mundo nuevo. Tu mirada será distinta, tu corazón y tu mente también. Desde hoy empieza un nuevo sendero para ti. Te acompañaré a donde vayas y siempre que quieras escucharme estaré aquí para ti.
La voz interna de Kalub era quien hablaba, su propia conciencia, su esencia más pura. Kalub agachó al cabeza y lloró. Dejó caer todo el peso que llevaba dentro y prometió escuchar a su voz interior siempre.
¿Cómo te llamaré? Le preguntó.
- Soy tú. Me llamo Kalub - respondió la voz.
“Yo necesito ponerte un nombre, hasta que aprenda a distinguirte como mi propio yo” le pidió Kalub. La voz compasiva, le dijo: “Entonces me llamarás Dasein, y desde hoy iniciaremos el camino hacia tu propia conquista. El camino a convertirte en el milagro que siempre has sido. Bienvenido al camino de Dasein”.